OCCIDENTE
¿Qué es lo que hace que un general sea bueno? Platón nos dice lo siguiente: «Para delimitar un campo, tomar plazas fuertes, hacer replegar o avanzar a un ejército y hacerle ejecutar todas las maniobras de rutina, ya sea en las batallas o en las marchas, un general será más o menos hábil…» (…) «según sea o no geómetra». (…) Y la geometría, obviamente, es la modelización perfecta, es el modelo del modelo.
Aristóteles trató de buscar algo que pudiera mediar entre ese plano de la forma modelo, expresada como objetivo, y el de su realización (…) entre lo que llamamos la «teoría» y la «práctica» (…) ésta nunca puede alcanzar el nivel de aquélla. Es por eso que Aristóteles elabora la idea de una facultad intermedia, a la que llama phrónesis, que se traduce a menudo por «prudencia», que serviría para vincular la modelización con la aplicación, y reducir así la brecha que casi siempre las separa. Mientras que Tales encarna la elección de la teoría pura, aquel que contempla el cielo a riesgo de caer en un pozo -como comenta burlonamente la sirvienta tracia -, Pericles encarna la prudencia del hombre de acción, que tiene a la vez una «justa apreciación a primera vista» y también «juicio»: es el que sería capaz de adaptar su deliberación a la contingencia de la situación.
Cuando se reflexiona sobre la estrategia, advertimos en efecto que cuanto más se sube en la jerarquía militar, de la táctica de la estrategia, menos espacio tiene la modelización. En el nivel más elemental – subir o bajar el fusil – el gesto es modelizable y, por consiguiente, se vuelve maquinal. Pero cuanto más subimos de nivel, menos se percibe esta situación, y, finalmente, del gran general, ¿qué se espera si no lo que, de manera habitual y a la vez paradójica, llamamos «el golpe de genio»? (…) Es, precisamente, dejar de lado todas las modelizaciones precedentes (…) y de reaccionar ante la situación en el momento (…) ese «golpe de genio» hace un agujero en la racionalidad europea al llamar en su auxilio a aquello que provoca desconcierto: la inspiración y su improvisación, debido al abandono de la acción previamente concertada.
Porque en la guerra sólo se puede modelizar a partir de una experiencia anterior, lo cual abre un fatal vacío frente al cambio de situación, que se acelera por la movilización de energías que la misma guerra suscita.
Clausewitz aporta una indicación pertinente para explicar la falta de adaptación del modelo a la práctica de la guerra una vez que ésta comienza: la «fricción». Porque entre mi plan proyectado y el posterior desarrollo de las operaciones existe lo que llamamos «circunstancias». Estas circunstancias que emergen de repente hacen que el modelo ideado de antemano quede en el vacío frente al cambio de situación en el cual me encuentro. (…) La fricción es esta resistencia que nos oponen las circunstancias cuando proyectamos sobre el mundo nuestra acción planificada; los efectos esperados se ven progresivamente amortiguados, o desviados.
Si la guerra no sucede finalmente como se había previsto y preparado, como se había modelizado, la pregunta puede entonces reformularse así: la guerra, que es inmodelizable, ¿es por ello incoherente? ¿O acaso existe otra coherencia, que proviene de la realidad y que la modelización no ha tenido en cuenta?
LOS CHINOS
El estratega, es invitado a partir de la situación, no de una situación que previamente he modelizado, sino de esta situación en la que me encuentro y en medio de la cual trataré de identificar dónde se encuentra el potencial y cómo explotarlo.
«El potencial de situación consiste en determinar la variable en función del beneficio» (…) en la guerra la victoria «no se desvía», porque la victoria es siempre la resultante del potencial de situación, tal y como éste se renueva en el curso de las operaciones; lo que sucede a cada instante es necesariamente la consecuencia de la relación de fuerza implicada. (…) en cada etapa, la guerra aparece siempre como el producto del potencial de situación para quien sepa tomarlo en cuenta a la vez bajo todos sus aspectos y en su evolución.
OCCIDENTE
(…)en la guerra, considerada en gran escala, toda acción es el medio de un fin que es la batalla, la batalla misma es el medio de un fin que es la guerra y la guerra es el medio de un fin que es político. En esta construcción piramidal, cada nivel intermedio es, a su vez, el fin del nivel inferior y el medio del nivel superior.
LOS CHINOS
(…) los chinos no han pensado ni en el objetivo ni en la finalización, sino en el interés y en el beneficio, li. Si este beneficio se persigue en escala mundial, produce un Sabio (…) en una escala más reducida y en una relación de antagonismo, produce un estratega (…) Pero siempre tienden a sacar partido de la situación, erigida en dispositivo: para bien de todos los hombres y con una intención moral (el Sabio), o por cuenta de un príncipe en situación de rivalidad con otro (el estratega).
La relación estrecha que se considera en China es la de condición y consecuencia. Tal es la lógica de la propensión, que sustituye a la de finalidad. ¿Qué es la estrategia sino, precisamente, identificar con anticipación todos los elementos favorables, como factores facilitadores, en calidad de condición, de manera de desarrollarlos y obtener de ellos el mayor «beneficio»? (…) no quedo fijado en un objetivo, porque éste sólo sería un obstáculo para la evolución de la situación, sino que exploto una disposición.
Por lo tanto un gran estratega no proyecta (un plan); identifica, detecta, en medio de una situación, los factores que le son favorecedores.(…) el gran general es aquel que ha sabido detectar tempranamente los factores favorecedores, los factores convenientes, y ha sabido utilizarlos en su provecho, mientras hacía perder al otro todo su potencial. Poco a poco, sin grandes estridencias, sin esfuerzo.
La estrategia es lo contrario del heroísmo. (…) No hay gloria en saber administrar bien.
El sabio opera en el estadio de la facilidad (…) el buen general ha detectado tan bien el potencial de situación, ha sabido acompañar tan bien los factores facilitadores que, cuando al fin entabla el combate, todo es «fácil».
Hay que cuidarse tanto de la impaciencia como de la inercia. Ni voluntarismo, ni pasividad: cuando secunda el proceso del crecimiento, se saca provecho de las propensiones de la obra y se las lleva a su plenitud.
Uno debe adaptarse a la propensión y acompañarla; no hay que guiar (ir por delante), sino secundar.
«Favorecer el crecimiento» no es más que el apoyo (sin apoyar) de un crecimiento que evoluciona solo (…) ya no soy yo quien proyecta y quiere, sino las condiciones existentes.
La eficiencia China es discreta. (…) Al proceder con antelación, opera con las circunstancias cuando éstas todavía son maleables y dúctiles, sin tener que sopesarlas, y menos aún forzarlas. Ahora bien, es el esfuerzo lo que se ve, no el efecto, que se realiza gradualmente. (…) De alguna manera el ego se frustra…
OCCIDENTE
Una vez establecida la modelización y la relación medio-fin, lo que sigue necesariamente es la acción. No basta con elaborar un plan, hay que ponerlo en obra. Teoría-práctica.
La planificación proyectada implica un riesgo (…) a partir del momento en que se establece el plan, hay que seguirlo hasta la desesperación, cualquiera que sea el precio que haya que pagar.
LOS CHINOS
El pensamiento chino nos conduce a concebir lo que es la transformación frente a la acción.
De la acción diré: 1) que es momentánea, aún si ese momento puede durar mucho tiempo (¡diez años, como la guerra de Troya!); 2) que es local: ocurre aquí y ahora; 3) que remite explícitamente a un sujeto que puede ser colectivo (…) la acción se separa del curso de las cosas, con lo que se hace notar, por decirlo de algún modo, y entonces puede ser objeto de un relato, tal como en la epopeya y en las grandes gestas heróicas.
La transformación se piensa de un modo inverso: 1) la transformación no es local, sino global: es todo el conjunto afectado lo que se transforma; 2) no puede ser momentánea, sino que se extiende en la duración -es progresiva y contínua, siempre necesita un desarrollo, o, dicho de otra manera, un proceso-; 3) no remite a un sujeto designado, sino que procede discretamente, por influencia, de una manera envolvente, cargada de sentido y penetrante. Entonces la transformación no se ve, sólo se ven los resultados. No se ve el fruto cuando está madurando, pero un día se comprueba que el fruto está maduro, a punto de caer (…) no vemos el crecimiento de la planta porque el fenómeno del crecimiento es global, imperceptiblemente gradual, y se funde en la duración.
Los chinos dirán que de hecho, toda la realidad no es más que una sucesión de transformaciones. Lo que se destaca, lo que se percibe, es la acción, pero sólo la transformación es efectiva. Porque la acción es, a lo sumo, una focalización, una coagulación, una crispación en el curso continuo de las cosas, lo que la condena estructuralmente, a ser efímera y superficial.
De esta manera, el estratega, al igual que el Sabio, no actúa, sino que transforma.
La lección china, en síntesis, reside en que la eficacia es siempre el resultado de un proceso. (…) Nuestra imaginación europea siempre relaciona la vía con un final, siempre hay un telos; mientras que el tao chino no es una vía que lleva a, sino la vía por donde la cosa pasa, por donde es posible, por donde es «viable» (…) por donde el proceso, que no se desvía, vuelve a pasar incesantemente (…) se trata de un proceso y no de un progreso.
OCCIDENTE
¿qué es la ocasión? Es, se nos dice, el momento oportuno para emprender la acción; o bien, nos dice Aristóteles, tomando en cuenta la categoría del tiempo: ese momento mínimo, y al mismo tiempo óptimo – entre el «todavía no» y el «ya es tarde» – con el que cuenta el hombre de acción para triunfar. Por lo tanto, es a través de ella que el heroísmo de la acción encuentra el curso de las cosas e intenta hacerse aceptar -integrarse- en él.
La ocasión es figurativa y no vuelve. Ese «no sé qué», o ese «casi nada», del cual queda suspendido el éxito, confiere a nuestra existencia intensidad, riesgo y dramatismo. La idea de la eficacia en Europa no escapa a este peligroso, aventurero enfrentamiento entre el sujeto y la ocasión. (…) hay que animarse a enfrentar a la Fortuna «como se hace con una mujer» …
LOS CHINOS
¿Qué sucede del lado chino? ¿Hay allí alguna idea de «ocasión»? Sí, en la medida en que existe ese momento final, cuando el fruto está maduro y a punto de caer. Si no se lo recoge, se pierde. Cuando como resultado de una acumulación progresiva de potencial la situación favorable por fin culmina, hay que cuidarse de cualquier retraso, que podría ser desastroso.
Lo interesante radica en que el pensamiento chino conduce a desplazar la idea de ocasión para colocarla antes, con lo que la despliega en dos tiempos: desde el momento final, en el que sólo hay que tender el brazo para recoger el fruto (que si no se perdería), traslada nuestra atención hacia el momento inicial, cuando se pone en marcha la tendencia favorable, cuya maduración es seguida por el estratega y que constituye el punto de partida de la ocasión. (…) «poner en marcha» (…) es decir, por donde comienza el proceso.
Entonces, cuando el efecto conseguido es la culminación de todo un proceso comenzado mucho antes, y cuyo desarrollo el estratega ha seguido y favorecido, la victoria «es fácil», el general no se acredita ningún mérito.
En China, la eficiencia del estratega consiste en captar la inmanencia en acto en la situación que se renueva, poco a poco y al compás de la transformación: ése es el potencial de situación que absorbe la «circunstancia» para hacer aparecer la oportunidad.
OCCIDENTE
Ustedes reclaman el derecho a la pérdida voluntaria y al sacrificio, como al efecto visible y a la nobleza de la hazaña, porque saben que en ello reside lo que suscita el deseo y hace soñar nostálgicamente.
El pensamiento chino ha reflexionado sobre sobre aquello que también nosotros conocemos a través de la experiencia, pero sobre lo que nunca hemos teorizado, que hemos esclarecido menos, porque el pensamiento europeo ha esclarecido y explotado prioritariamente otras posibilidades del pensamiento: la abstracción teórica, el carácter hipotético-deductivo de la ciencia, el estatus ideal y de la Verdad, etc.
LOS CHINOS
Si cuando trato de detectar un factor facilitador, incluso embrionario, incluso sólo sugerido, no encuentro nada, ¿qué debo hacer? (…) Pues bien, no hago nada. Pues es evidente que si hago algo, no sólo correré riesgos, sino que me encamino fatalmente a la ruina. Será algo bello, trágico, heroico, pero no tendrá efecto.
El estratega jamás se desaliente ni se sacrifica, pues cuenta con la futura renovación de la situación, e intenta descubrir en ella los factores que le permitirán recuperarse.
No se ve la transformación mientras tiene lugar, se comprueba su resultado.
No se ve la transformación mientras tiene lugar, se comprueba su resultado.